La transición de la conciencia divina

La capacidad de un verdadero gurú para transferir su experiencia extática a los estudiantes receptivos

La transmisión de la Conciencia Divina es fundamental en el sendero del Kriya Yoga

En 1920, Mahavatar Babaji, el inmortal maestro que restituyó para la época actual la antigua ciencia del Kriya Yoga, visitó a Paramahansa Yogananda en el número 4 de Garpar Road, en Calcuta. Babaji informó al joven monje: «Tú eres a quien he elegido para difundir el mensaje del Kriya Yoga en Occidente. Hace mucho tiempo conversé con tu gurú, Yukteswar, en una Kumbha Mela; en aquella ocasión le dije que iba a enviarte a ti para que te preparara».

Al describir las enseñanzas que recibió de Swami Sri Yukteswar y que le permitieron alcanzar los elevados estados de conciencia cósmica por medio del Kriya Yoga, Paramahansaji escribió: «Sri Yukteswar me enseñó cómo lograr esta bendita experiencia a voluntad, y también cómo transmitirla a otros si sus canales intuitivos están desarrollados».

Esta transmisión de la conciencia y bendición divinas —que inicialmente se experimenta en mayor o menor medida según la receptividad y el progreso del discípulo— es un ingrediente esencial para la difusión del Kriya Yoga. De acuerdo con las instrucciones de Babaji, el Kriya no se brinda como una mera enseñanza filosófica, sino como una iniciación espiritual (diksha) en el contexto de la sagrada relación entre un discípulo y un verdadero gurú designado por Dios.

Al final de su Autobiografía de un yogui, Paramahansaji escribió: «Para poner de manifiesto la paz y la prosperidad que aguardan a los hombres, una vez que éstos hayan hecho el esfuerzo necesario para restablecer su condición de hijos del Padre Divino, se necesitan en verdad cientos de miles de kriya yoguis, no tan sólo docenas. […] ¡Puedan todos los hombres llegar a saber que existe una técnica científica definida para superar todos los sufrimientos humanos, por medio de su unión con Dios!». A continuación se reproducen breves relatos de algunos de los miles de discípulos de Paramahansa Yogananda en SRF/YSS cuyas vidas se han visto enaltecidas por la difusión mundial que él hizo de esta sagrada ciencia del alma.

Doctor Lewis: Un milagroso primer encuentro con el Gurú

El doctor Minott W. Lewis, odontólogo de Boston, conoció a Paramahansaji poco después de la llegada del Gurú a Estados Unidos en 1920, y se convirtió en el primer discípulo estadounidense en recibir de él la sagrada iniciación en Kriya Yoga. Durante los muchos años en los que se desempeñó como vicepresidente y muy querido ministro de Self-Realization Fellowship, solía relatar cómo había sido su primer encuentro con Paramahansaji. La siguiente narración incorpora detalles recopilados de varias charlas que dio el doctor Lewis con los años.

A fines de 1920, poco después de la llegada de Paramahansa Yogananda a Estados Unidos, el joven swami fue invitado a hablar en una iglesia unitaria en el área de Boston, a cuya congregación pertenecía la señora Alice Hasey, vieja amiga del doctor Lewis. La señora Hasey (a quien, más tarde, Paramahansaji bautizó Hermana Yogmata) sabía del interés del doctor Lewis en la espiritualidad, y le sugirió con fervor: «Deberías conocer a Swami Yogananda».

Se concertó un encuentro para la víspera de Navidad en Unity House, donde el Maestro tenía una habitación. Cuando el doctor Lewis salió de su casa rumbo a la cita, pensaba que ésta sería muy breve. Dijo a su esposa, Mildred, que regresaría pronto para decorar el árbol de Navidad.

Camino a Unity House, Lewis recordó las advertencias de sus padres acerca de no dejarse engañar por charlatanes que se hacen pasar por líderes religiosos; iba con ánimo escéptico. Paramahansaji lo recibió con calidez. El joven dentista tenía muchas preguntas espirituales en la mente, y Paramahansaji le dio respuestas satisfactorias. Muchos años más tarde, dijo el doctor sobre esa ocasión: «Yo necesitaba ver para creer, como tanta gente de Missouri. ¡Aún peor: era de Nueva Inglaterra, y necesitaba saber!».

Aquella víspera de Navidad de 1920, dijo a Paramahansaji:

—La Biblia nos dice: «El ojo es la lámpara del cuerpo. Si tu ojo es único, todo tu cuerpo estará iluminado». ¿Puede explicarme esto?

—Creo que sí —respondió el Gurú.

Lewis seguía dubitativo.

—Se lo he preguntado a muchas personas —insistió—, pero parece que nadie sabe lo que significa.

—¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? —respondió Paramahansaji―. Ambos caerían en la misma zanja del error.

—¿Y usted puede mostrarme estas cosas?

—Creo que sí —repitió el Maestro.

—Entonces, ¡por el amor de Dios, le ruego que lo haga!

El Gurú pidió al dentista que se sentara en el suelo con las piernas cruzadas, y se sentó frente a él. Mirándolo directamente a los ojos, Paramahansaji le preguntó: «¿Me amarás siempre como yo te amo?».

Lewis respondió afirmativamente. El Gurú le dijo entonces: «Tus pecados quedan perdonados y yo me hago cargo de tu vida».

«Con esas palabras ―relató más tarde Lewis―, sentí que me quitaba un enorme peso de encima. Es verdad. Sentí un inmenso alivio, como si me hubieran liberado de montañas de karma e ignorancia espiritual. Me quitó un gran peso, y no lo he vuelto a sentir desde entonces. He pasado por muchas situaciones difíciles, muchas, pero nunca volví a sentir ese peso».

El doctor Lewis prosiguió con su relato:

«Entonces el Maestro apoyó su frente en la mía. Me dijo que alzara los ojos y los enfocara entre las cejas, lo cual hice. Y allí contemplé la magnífica luz del ojo espiritual. El Maestro no me sugirió que viera nada en particular. No me sugestionó de ninguna manera. Lo que vi me llegó de un modo natural.

»Estaba plenamente consciente, completamente despierto y atento, y vi el ojo espiritual porque el Maestro aquietó las ondas de mi mente y permitió que la intuición de mi alma me lo mostrara. Al seguir contemplando aquella inefable luz dorada, se formó todo el ojo espiritual, con su centro azul oscuro que representaba o manifestaba la Conciencia Crística en mi interior, y por último, la pequeña estrella plateada en el centro, el epítome de la Conciencia Cósmica.

»Por supuesto, yo estaba atónito de haber encontrado a alguien capaz de mostrarme la realidad que yace en el interior de cada uno de nosotros. Me di cuenta de que no se trataba de una persona común y corriente, sino de alguien muy diferente de tantos otros que dicen conocer tales temas espirituales.

»Hablamos durante algunos minutos, y luego volvió a apoyar su frente en la mía. Entonces vi la radiante luz del loto de mil rayos [el centro espiritual más elevado, ubicado en lo alto del cerebro]: lo más exquisito que se puede ver, con sus muchos, muchísimos rayos de pétalos plateados. Al pie del loto de mil rayos vi, delineadas en luz más densa, las paredes de las grandes arterias de la base del cerebro. Y hete aquí que, mientras observaba, había chispas de luz que circulaban por las arterias, golpeando las paredes al pasar ante mi vista. Se trataba de los glóbulos, cada uno con su partícula de luz astral manifestándose mientras cumplía su cometido en el juego de luces de Dios.

»Paramahansaji me mostró la inefable luz de Dios, y me dijo: “Si sigues este sendero y meditas con regularidad, esta visión será tuya siempre”. Y yo seguí su consejo. Jamás interrumpí mi práctica de Kriya Yoga. Poco a poco, la luz de Dios llegó. Lo que recibí, lo recibí del Maestro. Él me llevó de la incertidumbre de la ignorancia espiritual a la luz de la Realidad. Cuando llega esa experiencia, nos cambia el corazón. Entonces sentimos la verdadera hermandad del ser humano y la Paternidad de Dios».

Tara Mata: Experimentar la unidad con la realización del Ser del Gurú

Tara Mata fue una discípula avanzada de Kriya Yoga que se desempeñó como editora de Paramahansa Yogananda en la «Autobiografía de un yogui» y otras obras de él desde 1924 hasta su muerte en 1971. Poco después de conocer a Paramahansaji en 1924, escribió el siguiente artículo sobre un «hombre» bendecido por la experiencia de la conciencia cósmica. Aunque humildemente evitó identificarse con la persona que se menciona, las experiencias que Tara Mata describe fueron las suyas.

«La práctica constante del yoga atrae la gracia de Dios en el más alto grado»

Sri Gyanamata fue una de los más avanzados discípulos de Kriya Yoga de Paramahansa Yogananda; los consejos sabios y amorosos que ella dio a los devotos se encuentran recopilados en el libro Sólo Dios: Vida y cartas de una santa.

Tras la muerte de Sri Gyanamata en 1951, Paramahansaji contó a sus otros discípulos que ella había alcanzado la liberación total; y el Gurú destacó que fue la práctica del yoga, por encima de todo lo demás, lo que puede brindar a todos esa misma libertad espiritual. Paramahansaji relató:

[Dos días antes de morir] me pidió nirvikalpa samadhi, pero le respondí: «No lo necesita. La he visto en Dios. Si ha llegado al palacio, ¿para qué quiere ya ir al jardín?». […]

Por haber resuelto por completo su karma durante esta vida y la anterior, fue impulsada a la libertad eterna por la gracia del Padre Celestial desde esta vida sin pasar por el éxtasis supremo. Esto no significa que Gyanamata no conociera el éxtasis supremo (nirvikalpa samadhi). Lo alcanzó en la vida anterior. Pero en esta vida —incluso como dice el cartelito de su habitación, «Sólo Dios»—, sólo la gracia de Dios elevó su alma victoriosa e imperturbable ante el dolor hasta la liberación omnipresente. […]

Todo devoto debería tener presente que únicamente la práctica constante del yoga atrae la gracia de Dios en el más alto grado, pues Krishna le dijo a Arjuna: «¡Oh Arjuna! Más excelso que el camino de la sabiduría, que el de la acción o que cualquier otro, es el camino del yoga. Por lo tanto, ¡sé tú, oh Arjuna, un yogui!».

Experiencias de otros kriyabanes de SRF/YSS